De niño fui creyente en un Dios ajeno a mí, porque creí en lo que me enseñaron. Luego decidí no creer en Dios, porque me di cuenta de que no era comprobable su existencia. Después fui agnóstico, porque me hicieron dar cuenta de que tampoco era comprobable su no-existencia.
Ahora no creo: SÉ que Dios existe, y además sé que es lo único que existe. Todo lo que existe es Dios. No somos cuerpos, ni mentes, y ni siquiera almas: sólo somos Dios experimentándose a sí mismo.
Comentarios