
Creo que esta es la lucha más intensa que he tenido con mis impulsos, que nunca aguanté tanto deseo como esta vez. Hay una torta en la heladera, estoy solo, y mi mente busca mil excusas para satisfacer el deseo: éticamente no hay problema porque van a tirarlo si no lo como yo, y el impacto a la salud de mi cuerpo no me parece tan importante (el deseo es mucho más fuerte).
Sin embargo, hay algo que no cae bajo ninguna excusa, y es por eso que estoy escribiendo esto, y no satisfaciendo el deseo. Ese algo es que al satisfacerlo me estaré alejando de mi felicidad, alimentando mi ilusión, postergando y agrandando la tarea de desapegarme de esa satisfacción efímera, para poder sentir mayor satisfacción sin necesidad de algo externo. Siento angustia, siento un vacío, y sólo se llenara de verdad cuando logre sentir la hermosura, el amor, dentro mío y en lo que me rodea, sea lo que fuere. Nada externo lo llenará, sólo lo hará ilusoriamente y lo aumentará como consecuencia. Dejar de satisfacer mis deseos sensoriales, especialmente si perjudican a mi cuerpo o a otros, es inevitable si quiero mantenerme consciente de la hermosura que todo lo conforma, porque esos deseos surgen desde la falta de esa conciencia.
Escribir esto me ayuda mucho para esta vez y las siguientes, porque hace que sea más consciente de todo esto.
Con estas últimas palabras sonrió desde el corazón percibiendo lo hermoso de este instante, y agradezco a la totalidad por tener la posibilidad de estar revirtiendo tantos años, quizás vidas, de alejamiento de mi felicidad intrínseca, real, eterna, subyacente, infinita y siempre creciente; agradezco por poder sentir este vacío que por tanto tiempo tapé para llenarlo de verdad, de Amor.
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